Los masones cubanos se encuentran en una situación sin precedentes, ya que se niegan a reconocer al Gran Maestro impuesto por el Gobierno.
El maestro masón Karel Miralles Sánchez está liderando la protesta y exigiendo la renuncia del Gran Maestro Mario Urquía Carreño, quien fue restituido recientemente por el régimen de la Isla.
Los masones cubanos han decidido rebelarse contra la imposición del Gran Maestro Mario Alberto Urquía Carreño por parte del gobierno, a pesar de que haya sido restituido en su cargo.
La ola de inconformidad ha surgido entre los miembros de la fraternidad, quienes no reconocen a Urquía como líder debido a acusaciones de robo y alta traición.
La decisión de la Dirección de Asociaciones del Ministerio de Justicia de restituir a Urquía en su cargo ha generado desconcierto y rechazo entre los masones, quienes están decididos a no aceptar su liderazgo. Incluso, algunos han manifestado su intención de renunciar a sus posiciones si Urquía no abandona su cargo.
Karel Miralles Sánchez, uno de los masones que protesta contra la presencia de Urquía como Gran Maestro, se ha plantado en el edificio de la Gran Logia de Cuba exigiendo su renuncia formal.
Otros miembros de la fraternidad también han expresado su desaprobación y han renunciado como símbolo de protesta.
Miralles Sánchez ha dejado claro que no está convocando a ningún movimiento en específico, sino que está ejerciendo su derecho a la protesta, un derecho fundamental que le fue conferido al unirse a la institución masónica.
Además, se ha señalado que la Seguridad del Estado podría estar detrás de esta situación, lo que ha llevado a algunos masones a considerar que este conflicto podría ser el impulso necesario para liderar los cambios que necesita Cuba.
Esta expulsión se había llevado a cabo en enero y marzo respectivamente, debido a la desaparición de una gran cantidad de dinero por la que se le consideraba responsable.
Sin embargo, para muchos masones, esta acción del gobierno no solo se percibe como una intromisión, sino como una confirmación de sus sospechas de que Urquía Carreño es "un hombre de confianza" de la Seguridad del Estado.
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