El Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) ha reconocido que en el país hay más de 12,000 casos sospechosos de Oropouche, un virus relativamente nuevo para la isla que ha generado alarma entre las autoridades sanitarias y ha intensificado la preocupación de la población, que ya enfrenta dificultades para acceder a medicamentos básicos.
El virus Oropouche, que se propaga a través de la picadura de insectos como mosquitos y jejenes, se ha extendido a todas las provincias, exacerbado por las deficientes condiciones de higiene, en gran medida provocadas por un ineficiente servicio de recolección de basura.
Esta situación ha creado un entorno propicio para la proliferación de vectores que transmiten la enfermedad.
A pesar de las medidas implementadas para el control sanitario, el sistema de salud enfrenta serias limitaciones debido a la escasez de recursos y la falta de personal calificado, lo que ha dificultado los esfuerzos para contener la propagación del virus.
En muchos barrios, los residentes han reportado retrasos en la atención médica y una alarmante escasez de medicamentos esenciales.
Además, la crisis de combustible ha impedido la realización de campañas de fumigación que anteriormente ayudaban a controlar la población de mosquitos.
En medio de esta situación, medios oficiales como Cubadebate resaltan los esfuerzos de la comunidad científica en Cuba para abordar el problema.
“La ciencia cubana ha dado un paso al frente. Los especialistas están llevando a cabo investigaciones para mejorar los métodos de diagnóstico y tratamiento del virus Oropouche”, afirmaron.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la falta de reactivos para diagnosticar la enfermedad sigue siendo un obstáculo significativo.
El Oropouche puede confundirse en el análisis clínico con otras enfermedades como el dengue, el zika y el chikungunya, que también están presentes en el país.
El virus Oropouche llegó a Cuba a través de la transmisión por mosquitos infectados, principalmente del mosquito Culicoides paraensis.
Aunque este virus es común en países tropicales de América del Sur y Central, su llegada a la isla se ha atribuido a la circulación de personas o animales infectados provenientes de regiones donde el virus es endémico.
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