El Gobierno de Nicaragua ha tomado la decisión de prohibir a los taxistas privados del país transportar a migrantes cubanos, haitianos y de otros países africanos que lleguen al territorio.
Esta medida, que prohíbe a los chóferes llevar a los migrantes desde el aeropuerto 'Augusto César Sandino' en Managua hasta la frontera con Honduras, es vista por los taxistas como una estrategia del gobierno para eliminar a los conductores privados y tener el monopolio de las ganancias generadas por el tráfico de migrantes.
Las fuentes independientes también han corroborado esta información, y han señalado que el personal del aeropuerto impide que los migrantes aborden los taxis si se enteran de que tienen planes de ir a la frontera.
Además, las autoridades han prohibido a los taxistas el acceso a las gasolineras ubicadas frente al aeropuerto, donde solían recoger a los cubanos.
Los taxistas afectados han expresado su malestar por esta situación. Han mencionado que los policías han comenzado a patrullar las áreas cercanas al aeropuerto, impidiendo que se acerquen a menos de dos kilómetros de distancia.
Además, afirman que las autoridades justifican estas medidas alegando "relajos" en el transporte de migrantes y quejas de los taxistas oficiales del aeropuerto, aunque los afectados no creen estas excusas.
Los taxistas también señalan que temen hacer una huelga debido a las posibles represalias que podrían enfrentar por parte del régimen de Ortega.
Algunos de ellos explican que el gobierno está buscando apoderarse de los ingresos generados por este servicio, y que esto les está afectando económicamente, ya que vivir en Nicaragua no es barato.
Han tenido que buscar otros lugares para encontrar clientes y garantizar el sustento diario de sus familias.
Si las acusaciones de los taxistas privados son ciertas, esto revelaría que el régimen de Nicaragua se está beneficiando abiertamente del éxodo cubano, aprovechándose del hecho de que el país no exige visa a los ciudadanos de la isla.
Muchos de los taxistas se encuentran molestos con las explicaciones insuficientes por parte de los agentes que los están expulsando de las cercanías del aeropuerto.
"Ahora la Policía envía patrullas a vigilar, buscando la forma de multarnos. No podemos hacer el viaje, no podemos acercarnos al aeropuerto, si nos estacionamos a dos kilómetros de distancia y queremos entrar a pie, no nos dejan, nos sacan.
Nos dicen que tenemos que salir, que no hay permiso para eso y lo único que saben decir es que 'son órdenes superiores' y que ellos están haciendo su trabajo", cuenta uno de los conductores.
Interesante.